María Corina Machado ganó el Premio Nobel de la Paz y eso es tanto una excelente como preocupante noticia, según como se analice. Excelencia y preocupación que, como veremos, son las dos caras de una misma moneda.
Por otra parte, Donald Trump se quedó finalmente sin su tan ansiado galardón, del que había presumido por adelantado desde hace meses. Según el mandatario estadounidense, en lo que lleva de este su segundo gobierno detuvo varios conflictos bélicos, por lo que nadie más que él se merecía el trofeo más pacifista del mundo. Tantas, pero tantas guerras detuvo, que, de hecho, acabó hasta con contiendas militares que nunca existieron, como cuando sacó pecho por terminar con el largo e imaginario conflicto bélico entre Albania y Azerbaiyán, que no solo no existió recientemente, sino que nunca tuvo lugar en la historia.
Aunque oficialmente el Comité del Nobel no revela quiénes son los nominados que pasan su filtro, como las postulaciones sí son públicas, siempre hay nombres en el aire que suenan como posibles 'nobelables' y este año, además de Trump, estaban los voluntarios de las llamadas "Células de Intervención de Emergencia" activas en el conflicto armado interno en Sudán, Zelenski, la viuda de Alexéi Navalny y hasta la OTAN (los tres por sus posturas hacia Moscú) y, finalmente, una serie de candidatos relacionados con la oposición o la atención al genocidio en Gaza, como Reporteros Sin Fronteras, la Agencia de Apoyo a Refugiados de la ONU, la Corte Penal Internacional o Greta Thunberg, entre otros.
La candidata inesperada
Sin embargo, en horas previas al anuncio oficial, en las casas de apuestas comenzó a subir el nombre de la opositora venezolana María Corina Machado, quien terminó alzándose con el galardón. El anuncio, a su manera, resultó sorprendente, porque la veterana política no figuraba inicialmente entre los favoritos. El Comité Noruego del Nobel justificó su decisión –cito textualmente– "por su incansable trabajo promoviendo los derechos democráticos del pueblo de Venezuela y por su lucha por una justa y pacífica transición de dictadura a democracia".
Dentro de la propia oposición, María Corina Machado siempre ha sido considerada intransigente, narcisista y alejada de metas realistas
La ganadora es una vieja opositora al chavismo –vieja por sus años ejerciendo como opositora, no me malinterpreten– con un largo historial de vinculación con Washington que nunca se ha esforzado demasiado en disimular. La cosa es que bastantes políticos opositores venezolanos tienen esa misma característica y claro, la competencia es grande. Aunque ha sido derrotada una y otra vez en las propias primarias opositoras (organizadas por opositores, valga la aclaración), en el último año María Corina Machado ha tratado de capitalizar a su favor el fracaso de los hoy olvidados Leopoldo López y Juan Guaidó a la hora de lograr su tan anhelado "cambio de régimen" en Caracas.

Aunque no lo suelen reconocer en público, dentro de la propia oposición, la dirigente de Vente Venezuela siempre ha sido considerada como la más intransigente, narcisista y alejada de metas realistas entre todos ellos. Sus llamados a una intervención militar internacional en Venezuela, así como su apoyo a la aplicación de sanciones contra el país, están ampliamente documentados y qué mejor prueba de ello que sus seguidores suelan defenderla con argumentos del tipo "María Corina nunca ha apoyado una invasión, pero yo estoy con ella porque sí apoyo una invasión".
Con semejantes antecedentes 'pacíficos', su victoria dejó algo desconcertada incluso a buena parte de la prensa corporativa, que en estos días ha hecho malabares para presentar como política sensata, de consenso y amante de la paz a quien durante la última década describieron como la opción más washingtoniana y extremista dentro del arco opositor venezolano.
De espaldas a Palestina, rumbo al descrédito
El galardón a Machado, además, causó cierta sorpresa también debido a que el Comité del Nobel dio la espalda por completo a Gaza por segundo año consecutivo. Segundo año de genocidio, para ser precisos. Encima, a la segunda oportunidad, en lugar de tratar de salvar las apariencias entregándoselo a alguna ONG como Reporteros Sin Fronteras o similar, se lo entregaron a una defensora acérrima de la entidad israelí: María Corina Machado siempre se ha pronunciado del lado de Tel Aviv en cualquier asunto y en 2020 su partido firmó un acuerdo de cooperación con la formación de Benjamín Netanyahu. Es decir, en lugar de lavarse la cara fingiendo que no ignoran una limpieza étnica, los jueces del certamen se echaron fango y sangre en el rostro para dejar claro que, en efecto, no los conmueve lo más mínimo.
Muchos señalan que el galardón es una especie de 'coartada moral preventiva' de cara a algún tipo de intervención estadounidense contra Venezuela
Pero, tal como señalábamos al inicio de este artículo, todo lo sucedido alrededor de esta edición del Premio Nobel puede analizarse tanto desde la preocupación como desde el optimismo. Porque, por un lado, no son pocas las personas que señalan que el galardón entregado a Machado no es otra cosa que un intento de crear una especie de 'coartada moral preventiva' de cara a algún tipo de intervención militar estadounidense contra Venezuela, sea la que sea, desde ataques puntuales hasta una invasión abierta. En otras palabras, la Casa Blanca se sentiría más cómoda anunciando que atacaron "el país donde la Premio Nobel de la Paz es perseguida" que "el país con las mayores reservas probadas de petróleo". El énfasis con el que Trump amenaza a la nación caribeña últimamente, la creciente presencia militar estadounidense en la región, los bombardeos contra presuntas 'narcolanchas' y esta premiación podrían apuntar en la misma dirección.
Sin embargo, más allá de la muy lógica preocupación que genera esa perspectiva, la presente edición de este premio también, como todo, puede analizarse desde una óptica, si se quiere, hasta optimista. Y es que, aunque ya venía desprestigiándose desde hace tiempo con su entrega a Henry Kissinger, Barack 'Bombama' o quien fuera ministro de Defensa de Colombia cuando se implementaron los llamados 'falsos positivos', por no hablar de la cada vez más frecuente 'nobelización' de activistas opositores prooccidentales en exclusiva, otorgarlo a una ferviente sionista tras dos años de genocidio israelí en Gaza es ya como mucho con demasiado.
Y el hecho de que una de las instituciones más 'respetadas' del Norte Global se autoinmole de esta manera tan obvia y a la vista del planeta entero con tal de no ofender a la monstruosa criatura más protegida por 'la comunidad internacional' no solo es indignante: también es señal de cómo ese presunto 'mundo basado en reglas', creado y mantenido por la fuerza para beneficio de unos pocos países, goza de cada vez menos credibilidad y camina, de manera inevitable, hacia su final.
El presente texto es una adaptación de un video realizado por el equipo de ¡Ahí les va!, escrito y dirigido por Mirko Casale