Opinión
Opinión
Carmen Parejo Rendón
Escritora y analista en distintos medios audiovisuales y escritos. Directora del medio digital
Revista La Comuna. Colaboradora en Hispan TV y Telesur. Enfocada en el estudio y análisis de
la realidad latinoamericana y de Asia Occidental.
Las declaraciones del presidente español sobre un eventual reconocimiento al Estado palestino tienen un valor político, pero no suponen una resolución real del conflicto.
El presidente electo no solo se une a la larga lista de liquidadores de Argentina, sino que demuestra ser un fraude político, ya que su "cambio" se basa simplemente en repetir los patrones.
La estructura de alianza de la derecha conservadora internacional facilita la proyección de candidatos a nivel mediático y la financiación de campañas electorales.
EE.UU. no solo interviene en todos los puntos del globo, sino que, además, tiene la capacidad operativa para hacerlo, y una presencia omnipotente que hemos ido asumiendo como parte de la normalidad.
La necesidad de EE.UU. y sus aliados europeos de mantener el orden unipolar está naturalizando este discurso, aún con la amenaza real de que vivamos un genocidio televisado y amparado por estas mismas potencias.
El presidente colombiano se ha destacado por seguir una agenda autónoma y protagónica en asuntos de política internacional.
Massa es el único de los candidatos que no ha cerrado la puerta al nuevo mundo multipolar y este también es un elemento a tener en cuenta para comprender las lógicas que se han movido por detrás de esta elección.
Las luchas tanto del pueblo palestino como la del pueblo saharaui se enmarcan dentro de procesos de descolonización frustrados por los intereses de potencias extranjeras.
El conflicto palestino-israelí es ante todo de carácter político, no religioso ni étnico, y entronca con el cierre en falso de la descolonización británica del territorio.
La única convergencia clara es la que existe entre los intereses de Varsovia y Washington. Kiev, en ese sentido, solo sería un instrumento compartido.
Más de 232.350 personas cruzaron la frontera hacia la Unión Europea (UE) desde enero hasta agosto de 2023. La mitad de estos migrantes usó la ruta del Mediterráneo central.
El reto del organismo es seguir siendo un instrumento eficaz para la paz entre los pueblos, en medio de los profundos cambios mundiales.