La propuesta bandera del científico y tecnólogo Humberto Fernández-Morán fue la de utilizar la ciencia nuclear para la vida.
Antigua imagen del Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales (IVNIC)Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas
Desde los años 50 del siglo pasado, Humberto Fernández-Morán (1924-1999), un visionario científico y tecnólogo atómico venezolano, impulsó la creación del primer centro para el uso pacífico de la energía nuclear de América Latina, que existe en la actualidad bajo otro nombre.
El genio nacido en el estado Zulia, en el occidente del país, estableció en 1954 en la zona de Altos de Pipe, una montaña en San Antonio de Los Altos (Miranda), "un centro de avanzada mundial dedicado a usos pacíficos de la energía nuclear, con capacidad para estudiar a profundidad el cerebro y curar afecciones y tumores cerebrales con haces de neutrones", afirma la doctora en Dispositivos Electrónicos, Gloria Carvalho, en su libro 'Descubrir lo invisible. Humberto Fernández-Morán, el tecnólogo atómico'.
Carvalho define al Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales (IVNIC), fundado por Hernández-Morán en 1955, como una iniciativa "futurista" donde se creó el reactor nuclear para generar los neutrones, "el más grande de Latinoamérica". Desde 1959, esa institución lleva el nombre de Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC).
Instalaciones del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), Miranda, Venezuela.Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas
Ciencias nucleares para la vida
"Nuestro doctor se codeó e intercambió con los grandes físicos de la historia y, en particular, con la grande de la física nuclear, la 'Marie Curie alemana' como le llamaría Einstein a Lise Meitner', dice el escrito.
La autora, que compila en el texto una amplia cantidad de fotos, documentos, patentes, proyectos, entre otros, incluye fragmentos del discurso que Fernández-Morán había pronunciado el 12 de agosto de 1955 ante la Convención de Usos Pacíficos de Energía Nuclear, en la sede de Naciones Unidas en Ginebra, Suiza:
Permitidme, señor presidente, que al finalizar mi intervención me sea dado expresar una firme convicción personal de que entre las aportaciones de mayor trascendencia, que se derivarán de las ciencias nucleares para la humanidad, figurará el encauzamiento de la capacidad intelectual latente en las nuevas generaciones por los senderos del pensamiento claro, de la encuesta crítica y de la institución legítima.
Humberto Fernández-MoránCortesía Fondo Editorial Mincyt
Cuando Hernández-Morán, el llamado padre del uso pacífico de la energía nuclear, pronunció este discurso, explica Carvalho, el mundo aún estaba crispado por los estragos que dejó la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), las bombas nucleares sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki (1945) y las pruebas nucleares de la Guerra Fría (1950 en adelante). Además, "acababan de fallecer los grandes de la era nuclear: Enrico Fermi (1954) y Albert Einstein (1955)".
¿Por qué un venezolano?
Carvalho, fundadora del exitoso programa 'Cayapa Heroica', asevera que en ese escenario, "la estrategia de contención o control de daños de EE.UU. fue lo que llamaron la 'Operación Sinceridad', que posicionaba discursos pacifistas y trataba de captar y financiar científicos jóvenes, nuevos rostros que pudieran ampliar los usos pacíficos de la energía nuclear para lavar su imagen".
En este marco de postguerra, Fernández-Morán consiguió el 12 de junio de 1955, "con apenas 31 años de edad, firmar y materializar con el presidente de EE.UU. para ese momento, Dwight Eisenhower, el financiamiento del que debía ser el primer reactor nuclear de América Latina y el Caribe", que actualmente está inoperativo, aunque en sus instalaciones hay una planta industrial de esterilización por rayos Gamma (Pegamma).
Frente a este financiamiento, entregado por el mandatario "del único país en el mundo que ha lanzado bombas atómicas", Carvalho se pregunta por qué "la mayor potencia en el mundo en armas nucleares" le encomiaba a un biofísico venezolano —tildado de "mitómano" por algunos científicos adversos y que trabajaba en un laboratorio cercado por las montañas mirandinas— tal responsabilidad.
Humberto Fernández-MoránCortesía Fondo Editorial Mincyt
En su opinión, el genio venezolano consiguió esto por su preparación y experiencia. Su pregrado en Medicina y Física lo realizó en la Universidad de Munich (Alemania), "donde se gestó la era nuclear", agrega la autora y posteriormente estuvo por siete años en el Instituto Nobel de Física Nuclear junto a Manne Siegbahn y Lise Meitner.
"El reactor nuclear era un elemento indispensable para generar haces de partículas, para producir radiofármacos, para tratar tumores cerebrales, para realizar estudios como resonancias magnéticas, que también representan un uso pacífico de la energía atómica", recuerda Carvalho.
Un proyecto de impacto mundial
Cuando Fernández-Morán, presidente y fundador del IVNIC, presentó un informe ante la plenaria de Naciones Unidas, expresó que se trabajaba "intensamente en la construcción del Centro de Investigaciones Nucleares", que era el principal proyecto de esa institución recién creada.
Asimismo, se refirió al "reactor nuclear de investigación con una capacidad de 5.000 kilovatios, alrededor del cual se emplazarán los edificios para los laboratorios de física nuclear, radiobiología, radiogenética, radioquímica y un departamento para tratamientos de tumores malignos del cerebro por terapia de captura de neutrones".
"Este reactor producirá flujos de neutrones de suficiente intensidad para permitir la realización de extensos programas de investigación que abarcan estudios por difracción a neutrones, producción de isótopos radiactivos, estudios radioquímicos, radiobiológicos y de radiogenética".
Dos años después, en 1957, se creó el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), bajo el lema 'Átomos por la paz'. En los tres documentos oficiales de esta organismo internacional, asevera Carvalho, "de 1955, 1956 y 1957 dejaban claro que HFM fue el padre del desarrollo de los usos pacíficos de la energía nuclear en América Latina y el Caribe".
El tecnólogo venezolano fue representante de su país ante la OIEA, y en EE.UU., donde se exilió tras la caída de la dictadura en la nación suramericana, formó parte del Consejo Nacional de Asesores de la Comisión de Energía Atómica del país norteamericano.